El haber vivido traumas en la infancia parece predisponer a síntomas de ansiedad en la adultez, también puede haber factores genéticos y ambientales que contribuyan a la reactividad ansiosa.
La intervención psicoterapéutica irá dirigida hacia la autorregulación emocional, cambiar las creencias negativas sobre la capacidad de afrontamiento, aumentar la confianza y tolerar la exposición gradual a lo que se teme a la vez que se activan los recursos personales.